La obra de Yairo Mejía no es solo una muestra de habilidad artística, sino un testimonio de evolución y maestría, donde el artista se presenta como un verdadero erudito del arte. Al recorrer su trayectoria, se percibe un dominio absoluto de técnicas y estilos, desde el realismo hasta la abstracción, con una transición que parece natural y armónica, como si cada pincelada y trazo estuvieran destinados a llegar a ese punto de equilibrio entre lo figurativo y lo abstracto.

Aunque Mejía continúa pintando hoy, su sello distintivo permanece intacto. Sin embargo, su obra no es inmóvil: con cada etapa, ha sabido enriquecer su lenguaje visual. Desde sus inicios, su maestría en el dibujo, el manejo del espacio, la proporción y la perspectiva le permitió construir composiciones sólidas que luego evolucionaron hacia una abstracción de colores y formas armoniosas. Mejía no se conforma con ejecutar técnicas: las transforma, las hace suyas, y las combina en piezas que respiran profundidad. La pureza y minuciosidad en los acabados revelan la paciencia y el rigor geométrico con el que aborda cada obra.

En este sentido, su obra invita a una contemplación calma, un instante de silencio, donde el espectador se encuentra frente a un universo ordenado y sereno. Mejía es un verdadero artista contemporáneo, capaz de crear piezas que desafían las tendencias efímeras del arte moderno. Su visión sólida y atemporal mantiene su obra vigente; no importa que hayan sido creadas hace décadas o en tiempos recientes, sus piezas siguen hablando al espectador desde una perspectiva que parece intacta al paso del tiempo.

Yairo Mejía reafirma un legado que no solo ha perdurado, sino que ha evolucionado, asegurando que su obra siga siendo tan relevante hoy como lo será en un futuro lejano.

John Gómez
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