Prácticamente cada semana se habla de una nueva hipótesis sobre la auténtica identidad de Banksy, el artista urbano inglés más cotizado del mundo. La última fue hace escasos días, cuando el enésimo fan de su obra lanzó la tesis de que tras la conocida firma se encuentra esta vez una mujer, la artista escocesa Lucy McKenzie, cuyo entorno negó la mayor poco después.
Sin embargo, mientras se multiplican las teorías sobre quién es realmente el incómodo grafitero, un español ha conseguido dar con las primeras pruebas irrefutables de que Banksy es Robin Gunningham, el nombre al que desde hace años numerosos medios apuntan sin datos tan concretos como los que este investigador ha recabado.
Se trata del conocido abogado y detective privado Francisco Marco, director de la agencia Método 3, que ha cedido en exclusiva a este periódico un exhaustivo informe con el que termina de desenmascarar al popular artista británico, del que se han abierto hace nada dos museos dedicados a su obra (aunque son reproducciones) en España.
«Este trabajo nace de una apuesta con mis hijos, me retaron a ver si le encontraba», dice Francisco Marco a La Otra Crónica. «Arranqué desde mi despacho en Barcelona. Recurrí a mis fuentes y envié a mi gente al terreno». Pronto brotaron las evidencias. «La primera, cuando descubrí la creación de un dominio informático de Banksy, L3ANSKY.COM, en el año 2009 registrado a nombre de Robin Gunningham.
Un hombre blanco con un diente de plata
Gunningham nació en Bristol el 28 de julio de 1973. Estudió en la escuela de la catedral de la ciudad, donde sus ex compañeros le recuerdan como un buen dibujante que en seguida se vio atrapado por la moda del aerosol, en pleno apogeo en los 80. Desde el principio, Robin hizo obras satíricas de lectura política y cultura pop combinando la técnica de la tipografía grafitera, los estarcidos y plantillas. Un estilo parecido al de Blek le Rat, padre del arte urbano a quien el propio Banksy, que medios ingleses como The Guardian han descrito como «un hombre blanco, de vestimenta casual y despreocupada y un diente de plata», ha reconocido admirar.
«Gunningham desaparece del mundo del grafitti cuando empieza a crecer profesionalmente. Primero se hace llamar Robert Banks, luego no existe y aparece Banksy. Gunningham nunca ha dicho nada, ni desmentido ni confirmado si es Banksy, juega al despiste», sostiene Marco. «Al principio no quiso que se le identificase por la necesidad de huir de la policía, ya que lo que hace es ilegal, y después porque ese misterio le hizo grande y hoy forma parte de su storytelling como autor. Ahora simplemente no quiere que le molesten. Muestra de ello es su casa, súper protegida, llena de cámaras, un búnker en un pueblecito a 30 kilómetros de Bristol«.
En el informe de Francisco Marco se adjuntan diversas obras originales de Banksy fotografiadas en propiedades vinculadas directamente a Gunningham. En particular, Flying Copper y Kate Moss, cercanas a domicilios donde residía bajo su nombre legal o alias. También aporta registros de propiedad, cuentas de correo electrónico como l3anksy@gmail.com, y documentos oficiales que conectan de manera inequívoca a Gunningham con la vida y producción artística de Banksy.
El alias de David Jones y una fortuna de 50 millones
«En pleno proceso de investigación me encontré con una estructura financiera que giraba en torno al nombre ficticio de David Jones, nombre real de David Bowie y alias por el que se hace pasar Gunningham económicamente para no comprometer su identidad», anota el detective. El ecosistema Banksy se sustenta en diversas sociedades especializadas en la «autenticación, comercialización y protección de sus derechos». La entidad central, Pest Control Office Ltd, mantiene activos de 5,3 millones de libras y reportó ingresos de 900.000 en 2023. Otra sociedad clave es Picturesonwalls Ltd., plataforma para la venta de serigrafías y ediciones limitadas que genera ingresos anuales de 3 millones de libras. Además, Outline Design and Services Ltd. operó como soporte para proyectos artísticos y control financiero, con balances superiores al millón de libras. Estas sociedades, junto a otras como Dismaland (el parque temático que montó en Los Ángeles en 2015 junto a 58 artistas invitados) y Gross Domestic Product Ltd optimizan el manejo financiero y la protección de la marca.
«El alias David Jones nace como parte de la estrategia destinada a preservar el anonimato del artista. Este cambio se reflejó en la vinculación de sociedades en las que se constató que Gunningham aparecía como Persona con Control Significativo, es decir, como el último accionista del grupo societario», concluye Francisco Marco.
-Ahora bien, ¿cuánto dinero tiene Banksy?
–Eso es difícil saberlo debido a la naturaleza privada de sus finanzas. En 2013 Forbes estimó que tenía ya un patrimonio superior a 17 millones de euros. Con el auge de su fama y el aumento del valor de sus obras se dice que esa cifra ha subido a 50. Cuando vende una pintura original a través de Pest Control, el único canal oficial para sus ventas, el precio suele ser muy alto. En 2019 Devolved Parliament se revendió en subasta por casi 10,5 millones de euros estableciendo entonces un récord para el artista. De manera similar, en 2021 subastas en Londres rompieron récords: Game Changer alcanzó 19,6 millones de euros y Love is in the Bin (la obra semidestruida de la Niña con Globo) se vendió por 21,7 millones de euros. En un solo año, sus obras subastadas sumaron decenas de millones en ventas, aunque la mayor parte de ese dinero va a coleccionistas que revenden, no al propio Banksy. Game Changer, además, fue donada por él a un hospital y todo lo obtenido (más de 18,6 millones de euros) se destinó a organizaciones de salud del Reino Unido.
Su mujer y su hija
Marco añade en su informe que otra estrategia de Gunningham para ocultar su identidad es recurrir al préstamo de nombres (como Samuel Newbury), lo que le permite mantener la propiedad indirecta de inmuebles y empresas al tiempo que se preserva su anonimato.
Entre los importantes hallazgos de Francisco Marco cabe señalar también el documento oficial del matrimonio de Gunningham en Las Vegas en 2006 con su novia de toda la vida, la ex activista política de izquierdas Joy Charlotte Millward, que como su marido ha usado alias en documentos públicos como Joy Gunningham y Joy James.
Con ella tiene una niña de unos 5 años y, a pesar de su fortuna, viven de manera muy middleclass de cara a la galería, eso sí, haciendo donaciones a la comunidad e implicándose en el festival de música y en el pub de su pueblo, ubicado en la provincia de Somerset, Bristol. Este pub lleva el sello de Banksy en la decoración y no está nombre de Gugginham pero sí de una pareja de artistas que podría trabajar para él. «Fíjate si es fiel a sus orígenes que el testaferro de su casa está vinculado a una imprenta y una editorial que hace reivindicación política».
Su equipo
Con respecto a si Banksy trabaja en grupo o no, Francisco Marco opina que no, que «obviamente le ayudan empresas u otros artistas en las instalaciones grandes, incluso algunos utilizan sus plantillas», pero cree que el diseño es cien por cien suyo. Tampoco cree que el otro nombre más oído como posible candidato a ser Banksy trabaje con él. Hablamos del cantante de Massive Attack Robert del Naja o el historietista Jamie Hewlett. «También fueron grafiteros y son de la misma zona, pero lo han negado y no están tan vinculados a Banksy».
En cualquier caso, no opera del todo solo. Debido a la envergadura de algunas de sus obras o performances, necesita ayuda. «El equipo que ha gestionado la carrera de Banksy ha sido diverso y ha evolucionado. Inicialmente, la figura del fotógrafo Steve Lazarides jugó un papel fundamental como su primer agente y distribuidor, impulsando sus primeras exposiciones y cimentando su presencia en el mundo del arte urbano, aunque se distanciaron. Posteriormente, Simon Durban se consolidó como el contable y administrador clave, coordinando la gestión financiera y estructuración de sociedades vinculadas a Banksy. Paralelamente, Holly Jane Cushing desempeñó funciones operativas esenciales, asegurando la correcta administración de las distintas entidades que gestionaban la autenticidad de la obra del artista. Quien se ha mantenido siempre, sin embargo, es Mark Howard Stephens, el abogado que ha defendido y gestionado los derechos de autor y protección legal de la marca».
Todas personas que trabajan con Banksy firman contratos de confidencialidad.