La española Inma Barrero expone ‘Breaking Walls’ en el Festival Internacional de Fotografía de Kioto.

Entre piezas rotas de cerámica, el trabajo de Barrero arroja una nueva luz sobre la importancia de las tradiciones y la idea de comunidad.

La artista extremeña Inma Barrero, nacida en España y residente en Nueva York, suele trabajar con esculturas e instalaciones tridimensionales utilizando cerámica y metal. El camino artístico de Barrero la ha llevado lejos de las expectativas tradicionales, para abrazar el concepto de imperfección enraizada en la cultura japonesa, pero también en la española, para dar la bienvenida a los accidentes.

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Los fragmentos en su obra hablan de fracturas, tanto naturales como culturales. La obra que propone en Kyotographie se refieren a los aspectos rotos de nuestras vidas, sociales, personales, espirituales. Barrero no ve la rotura como el fin del proceso, al contrario, lo ve como una posible forma de avanzar, un proceso transformador.

En 2019, Inma Barrero vivió en Kioto y aprendió kintsugi, una técnica japonesa milenaria para reparar cerámica. Mientras que la técnica de kintsugi utiliza oro, en su España natal, la cerámica rota se repara con abrazaderas de metal (lañas). En ambas tradiciones el metal, más allá de la reparación, permite crear nuevas conexiones y resignificar la pieza cerámica.

Para Breaking Walls, Barrero, junto a varios artistas y estudiantes de cerámica, recopiló gran cantidad de piezas de porcelana rotas provenientes de los talleres de cerámica de Kioto. Estos fragmentos se insertaron en un marco de malla de metal, creando muros policromáticos. En este proceso creativo resuenan las técnicas de reparación españolas con lañas y las del kintsugi japonés, en las que juntos, el metal y la porcelana rota, forman algo nuevo.

Breaking Walls se eleva desde el suelo -todo cubierto de fragmentos de cerámica en un estudiado caos- y se abre en su centro para dar la bienvenida en su interior al público. En lugar de ser muros divisores, Barrero ve esta pieza un espacio para unir a las personas. Se trata, por tanto, de un ejemplo de arte contextual, indisoluble del lugar donde se eleva, la antigua machiya (casa japonesa tradicional de madera) Itoyu.

Una instalación de video acompaña Breaking Walls en la que, a modo de pieza de videoarte, se muestra la destrucción de una de las delicadas y femeninas esculturas-vestido de Barrero fabricadas con cerámica y «cosidas» con metal. El vídeo, en blanco y negro, registra la violencia del acto, la caída de la forma femenina, el desmoronamiento del vestido para crear algo nuevo.

Barrero concibió esta pieza sobre la transformación femenina, donde el acto performativo la película se convierte en la obra de arte. Por tanto, se trata finalmente de la negación de la destrucción final, donde la fragilidad y la fuerza llegan a un círculo completo de eterno retorno. Como la arcilla se convierte en cerámica y esta se rompe para volver a empezar…

Hecho de piezas rotas, el trabajo de Barrero arroja una nueva luz sobre la importancia de la diversidad y la coexistencia, y la importancia de las tradiciones, la cultura y la comunidad.

Pregunta: Empecemos por donde nace la cerámica, por la arcilla, que es el material más humilde y que, sin embargo, se convierte en una algo que puede ser muy bello, una cerámica que es sólida y muy frágil al mismo tiempo…

Respuesta: Absolutamente.

Pregunta: Además se utiliza como protección en las naves espaciale

Respuestra: Sí, es una cerámica muy alta temperatura. De hecho, he estado en los laboratorios de Spacex… Estoy inmersa constantemente en este mundo de la cerámica, la tierra es Madre Tierra. Para mí es un material muy femenino en el sentido de que tiene todas las posibilidades del mundo, puedes hacer con tierra todo tipo de cosas, es ilimitada en la forma en cómo puedes uno expresarse y las cosas que se pueden hacer con ella, cómo se pueden mezclar. Visualmente no tiene límites, en forma, en contenidos se le pueden añadir cosas, químicos, piedras, cristales [risas] Yo lo hago con hierro porque para mí esa simbiosis entre la cerámica es maravillosa. Utilizo muchas veces porcelana, que es la cerámica más difícil de trabajar y más temperamental y frágil en cierto modo. La hago muy fina y después la acoso con hilo de hierro.

Pregunta: Pero es intencionado, no porque se haya roto accidentalmente sino porque tú ya lo piensas así.

Respúesta: Exactamente. Esta simbiosis de la cerámica y el hierro se da en España en forma del lañas que son las grapas que son como una cicatriz. Yo he crecido con muchos platos y muchas cosas rotas en casa y colgadas en las paredes con esta cicatrices. Cuando era pequeña, me acuerdo de pensar «qué cosa más rara, que feo», se oxidaban a veces, el plato se volvía a romper… Entonces surgía la historia de estos objetos que habían sido utilizados en banquetes y en cosas de la familia y me imaginaba toda esta gente reunida, mis antepasados haciendo fiesta y de repente un desastre, se rompió el plato. Pero no se quedó ahí, la historia del plato ha seguido porque lo hemos colgado y entonces ha pasado a ser de una cosa utilitaria a una cosa decorativa que ha seguido con la historia. Yo, después de dos o tres generaciones más, estoy todavía viendo el plato que ha sobrevivido el paso del tiempo.

Pregunta: O sea, que hay ahí una conexión infantil.

Respuesta: Obviamente, sí y de hacer todavía el plato más bonito, porque era en cierto modo esta fealdad de la cicatriz lo que hacía el plato más interesante porque tenía una historia, había sido utilizado y tocado…

Pregunta: Es también una enseñanza vital.

Respuesta: Sí, entonces, ocurre todo ese mundo en el que estoy inmersa siempre con mi trabajo, de la fragilidad, la reparación, jugando con ese tema. A veces tengo la cerámica y la vuelvo a meter en el horno otra vez, para ver qué pasa, empujando para provocar accidentes.

Pregunta: Pero eso no es lo habitual en el mundo de la cerámica.

Respuesta: Para nada. Yo he pasado 20 años estudiando cerámica y es ahora recientemente que me atrevo a hacer cosas, de cambiar el ritmo, de cómo se hacen o se deben hacer lascosas con la cerámica, empujando materiales, empujando a la química, con el fuego, entonces, estoy como en un momento en el que tengo suficiente, como decimos en España, poderío, para atreverme a empujar el material. Eso es lo que a mí me interesa, formar nuevas lenguas, un nuevo lenguaje con el material de la cerámica y hacerlo expresivo. Yo quería aprender cómo era eso. Y entonces vine aquí [a Kioto], aparte de hacer cerámica, a aprender métodos de cerámica, a aprender el método del kintsugi.

Pregunta: En la pintura, o en la fotografía, ya que estamos en un festival de fotografía, seguramente puede haber una tendencia a crear expresiones más independientes o autorales. En este sentido, seguramente la cerámica trabaja más dentro de una tradición, más allá de cada artista o artesano le dé su sello.

Respuesta: Sí, pero seguramente hay tradiciones que han pasado por muchos países, por ejemplo, yo utilizo mucho el blanco y el azul, el cobalto, el pigmento de cobalto, que se ha utilizado desde China, pasando por Talavera, por Granada o por Ámsterdam, por todo Holanda y Europa… Claro, yo crecí cerca de Talavera de la Reina y ahora lo utilizo con mis cosas. Para mí tiene un lenguaje increíble. Uno de los muros de la instalación en Kioto es todo cerámica blanca y azul porque para mí son los platos colgados en la pared de la casa de mi abuela [risas].

Pregunta: Se ve muy interesante porque es arte contemporáneo por el que salen estas ideas tan originales que tienes, pero al final todo bebe de esa raíz andaluza…

Respuesta: Sí, para crear conexiones y oportunidades en un diálogo con el arte contemporáneo. Me encanta conocer a nuevos ceramistas. En Nueva York se respeta muchísimo. Cuando yo empecé a hacer cerámica era una cosa así, como de artesanía…, pero ya ese diálogo está obsoleto. Hay que apoyar a gente que quiera empujar el medio y tener este diálogo con el arte contemporáneo. Los que estamos un poco más al frente del diálogo tenemos que ayudar a los que vienen detrás y esa es la idea de dar a conocer a Sevilla, de los de Sevilla que vengan a Nueva York… Ya veremos

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