Artista
David Manzur Londoño
David Manzur Londoño (Neira, 14 de diciembre de 1929)3 es un pintor colombiano de origen libanés. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, en la Liga de estudiantes de arte de Nueva
David Manzur es conocido por la constante evolución de su obra y por el uso de temas como los caballos, la figura humana y la naturaleza muerta.4 Vive y trabaja en Barichara, Santander, Colombia.5 En noviembre de 2019 fue condecorado por el Presidente de la República con la Gran Cruz de la Orden de Boyacá, máxima condecoración de la República de Colombia6.
El Rey Felipe VI de España le impuso en 2020 la Orden de Isabel la Católica como reconocimiento a su trabajo7.
“En el arte actual importa más el flash publicitario que la conceptualidad”: David Manzur
Nacido en Caldas, educado en África y en España, David Manzur es uno de los pintores más cosmopolitas del arte colombiano. La Universidad de Antioquia ha decidido entregarle al pintor colombiano David Manzur el doctorado honoris causa en Artes. Con ello, las directivas del claustro universitario reconocen la relevancia de la trayectoria pictórica de Manzur para el arte nacional y de Hispanoamérica.
“Con este reconocimiento resaltamos esa integralidad del maestro desde la pintura, el grabado, la escultura y el dibujo que nos demuestran su trabajo genuino, prolijo y que enorgullece el panorama artístico colombiano”, dijo John Jairo Arboleda Céspedes, rector de la UdeA, en un audio que le fue enviado a la prensa por la oficina de comunicaciones del alma mater. La ceremonia de entrega de la distinción será el 24 de febrero, a las diez y media de la mañana, y tendrá lugar en la sala de artes performativas Teresita Gómez.
Desde su casa en Barichara, horas antes de su viaje a Medellín, David Manzur atendió vía telefónica una entrevista de EL COLOMBIANO.
¿Cómo recibe un artista estos reconocimientos de la Academia y del mundo universitario?
“Bueno, yo tengo que decir que para mí es un honor muy grande y al mismo tiempo un compromiso muy grande recibir esta distinción. También tengo que decir que trataré de responder el homenaje siguiendo mi trabajo, a pesar de que a veces dudo del tiempo. Pero yo soy optimista y creo que voy a tener el tiempo suficiente para poderle agradecer a la Universidad de Antioquia esta distinción”.
¿Duda de que le quede mucho tiempo produciendo arte?
“Cuando uno tiene mi edad, uno habla mucho del tiempo, pero en realidad yo soy muy optimista. Primero porque me siento muy bien, estoy trabajando normalmente. Además, los amigos y el mundo en que me rodea me dan una gran vitalidad”.
¿Qué rituales tiene para pintar?
“La vida mía es un desdibujo de un pasado enorme de acontecimientos. Nací en Neira, me crie en África, luego en España, luego volví a Colombia. Aquí en Barichara encontré una réplica de lo que es un pueblo español con la luz y la belleza que tienen esos pueblos. Y eso me ha dado una gran vitalidad. Ahora bien, hablando de mí, la cosa es distinta porque yo he sido un artista que he jugado más a la experimentación y a los cambios que a una especie de estabilidad. El concepto tal vez es el mismo, pero las formas temáticas de presentar la obra siempre han sido muy variantes”.
¿Ha cambiado mucho el circuito del arte y el mundo del arte en estos 70 años de su carrera?
“Mucho. Hoy en día, por ejemplo, hablamos del arte en Colombia, pero en estos últimos años, las comunicaciones son tan inmediatas que hay que competir no con nuestros compañeros de Colombia, sino con el mundo entero. Y esto hace que vivamos muy atentos del trabajo de los demás. También, la evolución del arte ha sido tan violenta que últimamente importa más el flash publicitario que la conceptualidad con que la obra está realizada. Esto hace que uno se aísle en cierta manera y la manera en la que trabaja el artista es la del caracol: encerrándose en la concha para poder profundizar en lo que está haciendo”.
Eso que usted dice es una crítica a los artistas que viven pendientes de las redes sociales…
“Yo nunca me he ocupado de las redes sociales. Claro que yo figuro y aparezco en ellas, pero yo nunca estoy buscando en las redes sociales, porque es tanta es la información mundial que… con eso uno se vuelve loco”
¿Cómo es su encuentro con los nuevos artistas colombianos? ¿Cuál es su opinión de lo que ellos están haciendo, de las exploraciones que están teniendo?
“Yo tengo mucho interés en presentarme a la gente que estudia. Aunque el arte en mi concepto no es que se estudie ni se transmita. El artista nace. Pero todas las formas de análisis que surjan mediante la conversación me interesan mucho. En mi diálogo con los jóvenes abordamos los problemas básicos que vivimos en el mundo entero…”
¿Cuáles son esos problemas básicos?
“Estamos llegando a un punto en que cualquier cosa es arte. Y muchas veces, a través del dinero o a través de los negocios, se inflan las obras. El mundo del arte ahora es una especie de ruleta o de montaña rusa que sube y baja. Esto hace que los valores personales tengan que someterse a la ruleta. Admiro mucho a los artistas colombianos que están trabajando en su mundo. Hace años nos reuníamos en cafés a cambiar ideas, pero ya con la edad uno no cambia ideas, sino que recoge las memorias desdibujadas del tiempo. De ahí mi aislamiento de la montaña rusa, del mundo del arte”.
Maestro, usted ahora mencionaba que el artista nace, ¿en qué momento concreto de su vida usted supo que el camino del arte era el suyo?
“Bueno, eso no lo sé decir. Creo que mi mamá fue una influencia: fue una mujer muy imaginativa. Era poeta, escribía. A los cinco años comencé a oír nombres de pintores, nombres de poetas, y esto le queda a uno. En España tuve una educación muy escolástica. Estuve interno en un colegio durante la guerra. Tuve una educación filipina, me refiero con esto a Felipe II”.
Cree que las generaciones del futuro recordarán su arte?
“Bueno, yo no sé. Si valgo, seré recordado. Si no valgo, seré olvidado. Pero yo no tengo el don de saberlo. Yo no sé qué va a pasar”.