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Del "desierto cultural" al Parc Central: Manolo Valdés regresa a su ciudad
Tras revolucionar el arte español desde València con el pop crítico de Equipo Crónica, Valdés fijó en los 80 su residencia en Nueva York y universalizó su obra con un lenguaje monumental



Aun así, el artista dejaba una rendija abierta, aunque teñida de escepticismo. «València sigue estando en mi curiosidad y mis preocupaciones -decía-. La ciudad tiene un tamaño estupendo para mostrar y mantener cosas, pero se deterioran. Pasa en el IVAM y pasa en la Ciutat de les Arts, que son sitios maravillosos y que, a veces, desde los ciudadanos o desde la administración, se atacan». Con el reciente anuncio de la creación de un museo dedicado a su obra en el Muelle 3 del Parc Central, esa puerta parece abrirse, al menos simbólicamente, de manera definitiva.
La pamela y la dama
Nacido en València en 1942, Valdés ingresó a los 15 años en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Considera esa etapa esencial en su formación técnica, aunque recuerda aquella València como «un desierto cultural». «Afortunadamente, eso ha cambiado», señalaba en la misma entrevista. «Los jóvenes ahora no tienen la misma necesidad de salir de la ciudad que teníamos nosotros. Ahora hay exposiciones y museos; antes solo estaba la pequeña galería Mateu, que no tenía importancia. Hoy llego y veo una fundación como la de Hortensia Herrero que regala esculturas a la ciudad que valen millones. Es algo que recordando como era València antes me sigue resultando impensable».

Fiesta de presentación de las esulturas de Valdes en la Ciudad de las aartes y las ciencias. Hortensia Herrero. Manuel Valdés / Miguel Ángel Montesinos
Una de esas esculturas millonarias es, precisamente, obra suya. “La pamela”, con un valor estimado de 1,7 millones de euros, fue instalada en 2018 frente al Tinglado 2 del puerto. Había sido la favorita de los visitantes de una exposición al aire libre en la Ciutat de les Arts i les Ciències, y gracias a la Fundación Hortensia Herrero (una de las mayores coleccionistas de la obra de Valdés), pasó a formar parte del paisaje urbano.
No es la única. Desde 2007, una monumental Dama ibérica de 18 metros de altura y recubierta con 22.000 piezas de cerámica azul cobalto preside la Avenida de les Corts Valencianes. Costó 2,4 millones de euros -superando los 1,9 presupuestados inicialmente- y fue financiada a partes iguales entre el Ayuntamiento y los patrocinadores privados Vallehermoso y Lladró.

La Dama Ibérica de Valdés en 2007. / Fernando Bustamante
Equipo Crónica
Aunque la formación artística de Valdés comenzó en València, fue un viaje iniciático a París el que lo marcó para siempre. «París es una ciudad muy querida para mí porque era donde viajaba de joven para asomarme a lo que era Europa. València era muy diferente entonces, mucho más pobre culturalmente, y París era una meta. Allí descubrí la libertad».
Esa libertad inspiró la fundación, en 1964, del Equipo Crónica, junto a Rafael Solbes y, en su primera etapa, Juan Antonio Toledo. Desde València, este colectivo revolucionó el arte español con un lenguaje heredero del pop art, cargado de crítica política y de apropiaciones irónicas de la historia del arte. Las reinterpretaciones de Velázquez, Goya o Picasso convivían con escenas contemporáneas de represión, guerras o medios de comunicación. Las Meninas de Velázquez, uno de los referentes que siguen presentes en su obra, se transformaron en metáforas de poder, vigilancia y representación.
El avance del documental del Equipo Crónica
«España vivía entonces una anomalía, que era la dictadura, y nosotros queríamos que el mundo la viera. Era una obligación moral trabajar en esa dirección —explicaba Valdés—. Afortunadamente, lo hizo mucha gente». En cuanto a su presente ideológico, añadía: «Hoy estamos en una situación completamente distinta. La gente nacida en democracia puede dedicar sus esfuerzos a otras cosas. Los jóvenes están mejor preparados y son menos ingenuos. Ojalá yo hubiese partido desde donde están ellos».
La consagración internacional
La muerte de Solbes en 1981 supuso el final de Equipo Crónica y el inicio de una nueva etapa para Valdés, más centrada en la escultura y en el trabajo matérico. A partir de entonces, incorporó materiales como madera, acero, mármol, bronce o aluminio, y sus obras ganaron en escala, peso y dimensión sensorial. Sin renunciar al diálogo con la historia del arte que cultivó desde sus años valencianos, su lenguaje se volvió más universal y monumental. «La verdad es que no sé por qué me obsesionan los grandes formatos —confesaba en 2022—. No sé cómo entran en mi cabeza esas ganas de hacer algo enorme ni cómo salen después. Pero ahora tengo la suerte de poder hacerlo, de permitirme este lujo que no es nada práctico».
Ya instalado en Nueva York a finales de los años 80, Valdés consolidó su proyección internacional con exposiciones en instituciones como el MoMA, el Guggenheim, el Pompidou o el Museo Reina Sofía. En 1996, el IVAM le dedicó una importante exposición retrospectiva, con cuarenta obras realizadas ya en solitario. Fue, en cierto modo, un regreso por la puerta grande del artista a la ciudad que lo vio nacer y formarse.
Hoy, Valdés es uno de los artistas españoles más cotizados en el mercado internacional. Según el informe anual de la aseguradora Hiscox sobre el arte contemporáneo, fue el único español incluido en la lista de los 100 artistas con mayores ventas en subasta durante 2024. Ocupa el puesto 54 a nivel mundial en el segmento de obras realizadas después del año 2000, con un volumen total de ventas de 2,29 millones de dólares.