“Esto es una máquina de éxtasis”: el crítico de arte favorito de internet pasea por el Museo del Prado Jerry Saltz dejó su trabajo de camionero para escribir sobre la escena neoyorquina. Su falta de pretensiones le ha valido un Pulitzer y cientos de miles de seguidores en redes
Si no fuera por su forma de andar, de neoyorquino, de ir con prisa y abriéndose camino entre la gente, nuestro hombre parecería un visitante más del Museo del Prado una mañana de miércoles. Uno calvo y barbilampiño, que lleva gafas redondas y no alcanza el metro setenta, que avanza escopetado por la planta baja del edificio Villanueva. Pero una vez delante de El descendimiento de la cruz, de Roger van der Weyden, nuestro hombre empieza a dar muestras de que no es uno más. Leer Articulo https://elpais.com/cultura/2025-04-03/esto-es-una-maquina-de-extasis-el-critico-de-arte-favorito-de-internet-pasea-por-el-museo-del-prado.html
Una máquina de éxtasis: el arte como experiencia emocional y universal
Reflexión desde Más Arte Más Ciudad sobre el artículo de El País y la mirada de Jerry Saltz sobre el Prado
En un mundo donde muchas veces el arte es enmarcado dentro de discursos elitistas, técnicos o inalcanzables, leer artículos como el publicado por El País —“Esto es una máquina de éxtasis: el crítico de arte favorito de internet pasea por el Museo del Prado”— es una bocanada de aire fresco.
La pieza relata la visita del renombrado crítico Jerry Saltz al Museo del Prado, una institución que alberga algunas de las obras más icónicas del arte occidental. Pero más allá de los cuadros y los muros, el protagonista del artículo es el vínculo emocional e instintivo que se genera entre el espectador y la obra, cuando esta es abordada desde la autenticidad y la apertura.
Saltz no se presenta como un crítico distante, sino como un ser humano dispuesto a dejarse conmover, a llorar frente a un Goya o estremecerse frente a un Van der Weyden. Describe al Prado como una “máquina de éxtasis”, una frase que, lejos de ser hiperbólica, resume la potencia emocional y espiritual que puede contener una sala de museo.
Esta visión conecta profundamente con la filosofía que promovemos desde Más Arte Más Ciudad: el arte debe ser una experiencia colectiva, abierta y transformadora. No es necesario tener una formación académica o un bagaje teórico para emocionarse frente a una obra. Solo hace falta estar dispuesto a sentir.
Saltz representa esa crítica de arte que rompe barreras. Que no teme mostrarse vulnerable. Que se atreve a hablar de arte con las palabras del pueblo, con honestidad y pasión. Su forma de ver y vivir el arte nos recuerda que no hay una sola manera de interpretar una obra: hay tantas lecturas como personas se detienen a mirarla.
En nuestra labor de llevar el arte al espacio público, de intervenir calles, muros y plazas con piezas que dialogan con la vida cotidiana, compartimos esa convicción: el arte no es algo que se contempla desde la distancia, es algo que se habita. Es una herramienta para provocar conversación, para sanar, para abrir preguntas y también para celebrar.
Por eso, al leer este artículo, nos sentimos profundamente inspirados. Porque el Prado, con toda su solemnidad, puede convertirse también en un lugar de descubrimiento personal. Y porque Saltz nos recuerda que el arte no necesita ser “entendido” para ser sentido. Solo necesita ser mirado con el corazón.
Invitamos a todos los que aman el arte —o incluso a quienes aún no se han permitido acercarse— a leer esta crónica con calma. Es una invitación a reconectar con la belleza, a redescubrir el asombro, a dejarnos tocar por la historia y por la humanidad contenida en cada pincelada.
Porque sí, como bien dice Jerry Saltz: el arte puede ser una máquina de éxtasis. Solo hay que encenderla.
¿Ya leíste el artículo? ¿Has sentido alguna vez ese éxtasis frente a una obra de arte? ¡Cuéntanos tu experiencia en los comentarios!
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