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El resurgir de una obra maestra olvidada

La obra perdida durante décadas en un granero en Connecticut fue recientemente restaurada. La importancia de la Frans Post, pionero en la representación de paisajes del Brasil colonial
Por Nazareno Rosen
La historia del arte está repleta de hallazgos extraordinarios, pero pocos relatos captan tanto la imaginación como el de una obra maestra olvidada durante décadas en un rincón escondido, solo para resurgir y fascinar al mundo nuevamente.
El lienzo, que estuvo oculto en un ático de Connecticut durante años, fue recientemente restaurado y devuelto a la luz, si no que además logró romper récords al venderse por más de 7 millones de dólares en una subasta.
El rescate y restauración de un cuadro perdido
Fue hace casi treinta años cuando esta pintura, prácticamente irreconocible por la suciedad y el deterioro, fue hallada en el ático de un granero en Connecticut. Alrededor de 1998, George Wachter, presidente para Norteamérica y Sudamérica de Sotheby’s, notó la existencia de la obra y, pese al mal estado que presentaba (“estaba sucio, negro, mugriento y apenas se veía”, relató), sospechó que se trataba de una pieza importante. Wachter convenció a los coleccionistas Jordan y Thomas Saunders para adquirir el cuadro por 2,2 millones de dólares, apostando a su potencial oculto.
Frans Post: pionero en los paisajes americanos

Frans Post nació en Haarlem, en los Países Bajos, en 1612, dentro de una familia de artistas. A los 24 años fue invitado a Brasil como parte del séquito de John Maurice de Nassau, entonces gobernador de la colonia conocida como Brasil neerlandés. Post permaneció ocho años en América del Sur, convirtiéndose en el primer artista europeo en documentar extensamente los paisajes del continente.
De su estadía en Brasil apenas conservan siete lienzos pintados in situ, pero su experiencia en tierras americanas fue esencial para toda su carrera posterior. Una vez de regreso en Europa, Post trabajó por encargo de comerciantes, administradores y otros miembros de la sociedad holandesa interesados en las exóticas tierras ultramarinas. Este nicho lo convirtió en un artista singular, capaz de combinar observación directa y destreza imaginativa: pocos pintores europeos del siglo XVII podían presumir de haber plasmado, con conocimiento de causa, la flora, fauna y cultura del Brasil colonial.
Su reputación creció tanto entre quienes deseaban un recuerdo fiel de su estancia en América como entre nuevos mercados, fascinados más por la idea exótica del Brasil que por una precisión topográfica. Post supo capitalizar ambos públicos, produciendo vistas que alternan entre la documentación y la ensoñación.
Rasgos y contenido de una obra emblemática
“Vista de Olinda, Brasil, con ruinas de la iglesia jesuita” representa cabalmente la síntesis entre memoria, observación y creatividad que caracteriza las obras maduras de Post. El cuadro muestra la iglesia jesuita de Nuestra Señora de las Gracias, ya en ruinas, ubicada en Olinda, un enclave fundamental del Brasil holandés.

En el primer plano destacan hombres y mujeres esclavizados transportando pesadas cestas, así como una variedad de animales típicos del Nuevo Mundo: un oso hormiguero, un armadillo, un gran lagarto e incluso una planta de piña, todo dispuesto con precisión anecdótica.
La escena se desarrolla a orillas del río Beberibe, bajo un cielo azul surcado de nubes, configurando una composición que, según especialistas de Sotheby’s, está “más cerca de un paisaje imaginario, un capricho, que de una representación estrictamente realista”. Esta mezcla de elementos reconocibles y composición lírica era demandada tanto por compradores que habían vivido en Brasil como por quienes solo anhelaban la fantasía del trópico.
Historia, procedencia y récord en subasta
El periplo de la obra es tan notable como su factura. Antes de ser descubierta en Connecticut, la pintura pasó por manos de coleccionistas en París, incluyendo posiblemente a Joseph Fesch, tío materno de Napoleón. Tras acabar en una colección privada y quedar olvidada en un granero estadounidense, su restauración y reidentificación han sido reconocidas como un aporte significativo al catálogo de Frans Post.
La obra llegó a la subasta de Sotheby’s y, en menos de dos minutos, se adjudicó por más de 7 millones de dólares, incluyendo gastos, estableciendo un récord absoluto para una pieza de Post. El director de pinturas antiguas de la casa de subastas, David Pollack, subrayó que se trataba “de una de sus mejores”. El renovado interés por la pintura colonial americana y la atención dedicada a la historia tras su rescate han contribuido a que esta obra emblemática recupere su lugar entre los grandes tesoros del arte universal.