La línea introspectiva, hacia una historia del grabado de Antioquia, es una exposición tan ambiciosa como fascinante, pues recorre cerca de 100 años de grabado en el departamento a través de las obras de más de 80 artistas que dan cuenta no sólo del desarrollo de esta técnica, sino de las formas en que se ha entendido el arte, sus funciones, preocupaciones y transformaciones a nivel local.

La exposición surgió a partir del homenaje que el Museo de Antioquia le hizo al maestro Aníbal Gil el año pasado. La idea era hacer las dos exposiciones de forma paralela, pero era tal la cantidad de obras del maestro –donó 347 al museo en 2021–, que era imposible hacer las dos exposiciones en simultánea.

“Él es uno de los grandes impulsores del grabado en Antioquia. No fue el único, pero cuando regresó de estudiar en Europa realmente se convirtió como en un impulsor, y una cosa muy bonita es que ante la dificultad para conseguir una máquina para grabar, que hiciera presión para poder sacar las copias de los grabados sobre el metal, él se encontró una máquina de amasar pan y la adaptó, y con eso abrió muchas puertas. Él fundó el taller de grabado en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia en 1960. Muchos de sus alumnos aún hoy continúan enseñando”, dice Armando Montoya, el curador.

La exposición recorre casi 100 años y reconstruye, a través de las obras, el desarrollo del grabado, de los artistas y, de alguna manera, de Medellín, pues la muestra, que está ordenada cronológicamente, da cuenta de las transformaciones de la ciudad.

Las técnicas gráficas no se inventaron con una finalidad artística, sino como estrategias de comunicación con fines más comerciales o informativos, pero en Medellín, de la mano de artistas como Ignacio Jaramillo, Augusto Rendón, Francisco Valderrama, Jorge Cárdenas y el mismo Aníbal Gil, el grabado se fue transformando en un lenguaje artístico que permitía multiplicar las imágenes.

“Esa posibilidad de multiplicar una imagen le permitió a muchos artistas, que en esa época se pronunciaban frente a los problemas políticos del país, hacer más, que el mensaje llegara a más personas a través del grabado. La gran mayoría en los 50, 60 y parte de los 70 se dedicaron mucho al componente político”, explica Montoya.

La exposición empieza con esos primeros maestros, continúa en los setenta, generación urbana, años ochenta y de los años noventa al presente.

Así va construyendo el retrato de la ciudad y el desarrollo del grabado. Desde ese primer momento tan enfocado en la política, pasa a la transformación de la ciudad, el paso de lo rural a lo urbano y cómo esto influye en la renovación de las temáticas y los intereses de la creación artística; la emergencia del narcotráfico, el miedo, el crecimiento acelerado de la población, la globalización, las nuevas tecnologías de la información, la preocupación por el medio ambiente, la relación con la naturaleza, las identidades, en fin. Es el mundo, la ciudad, la vida, en distintos momentos, a los ojos de los artistas, a través de una técnica que parecen tantas. Un poco de todo, para todos.

La exposición es resultado de una investigación que identificó un grupo sobresaliente de artistas del grabado y reunió parte de su trabajo.

Semejante cantidad de obras, de tantos artistas diferentes, implicó la revisión de las colecciones del Museo de Antioquia, el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia y el Museo de Arte Moderno de Medellín. Un trabajo enorme que invita, no solo a conocer, sino a seguir investigando.

La muestra incluye obras que van desde Pedro Nel Ospina, Ignacio Jaramillo, Aníbal Gil, Angela María Restrepo, Hugo Zapata, Oscar Jaramillo, Luis Fernando Mejía, Ricardo Peláez, hasta Carlos Marín, Yuli Cadavid, Male Correa y el semillero de gráficas de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional sede Medellín.

“No existe una línea única, ni una sola historia del grabado en Antioquia, siempre será necesaria la revisión crítica de las cosas; en este caso, con las manifestaciones más recientes del grabado presentadas en la exposición, podemos concluir que cada artista es su propia técnica, y cada obra traza una trayectoria, una línea introspectiva”, escribió Camilo Castaño Uribe, curador investigador del Museo de Antioquia.