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La subasta de Nueva York que hizo historia: vendió la obra de arte moderno más cara de la historia
La casa de subastas londinense, con sede principal en la ciudad de Nueva York, hizo historia al vender la obra de arte moderno más cara en la historia.
Luciano Andrey Sánchez Flórez
La casa de subastas Sotheby´s fundada en el siglo XVIII, específicamente en el año de 1744, logró conquistar un precio nunca antes alcanzado para una obra de arte moderno.

La obra fue subastada el 18 de noviembre del presente año 2025 en la ciudad de Nueva York, es del artista Gustav Klimt y tiene como nombre “Retrato de Elisabeth Lederer”.
La DW menciona que la puja duró cerca de 20 minutos entre 6 postores, hasta el momento no se conoce la identidad del comprador de la obra de Klimt.
El retrato ejecutado por Klimt logró arrebatarle el puesto al retrato de Marilyn Monroe de Andy Warhol, que en el 2022 alcanzó un precio de 195 millones de dólares, subastado en su momento por Christie´s.
El retrato de Klimt permanece solo detrás de la obra Salvator Mundi, atribuida al artista del renacimiento italiano Leonardo da Vinci, vendida en el 2017 por 450,3 millones de dólares, siendo así la obra de arte más cara de la historia; sin embargo, el retrato de Elisabeth Lederer sí ocupa el primer puesto en el ranking de arte moderno.

La fascinante historia del retrato
Elisabeth Lederer, era hija de los mecenas de Gustav Klimt, hacía parte de una de las familias más ricas de la Viena de aquel entonces, el retrato tiene una datación entre 1914 y 1916, representa la suntuosa vida de una familia de su clase para aquella época. Varios millones de dólares: Art Basel Miami sorprende con millonarias ventas Información presentada por la DW menciona que los nazis hicieron saqueos a la colección de arte de los Lederer; sin embargo, el retrato de Elizabeth se salvó al ser considerado muy “judío” junto con otros retratos más.
Elizabeth para tratar de salvarse de los nazis afirmó que Gustav Klimt era su padre, con ayuda de un alto funcionario nazi que fue en algún momento su cuñado, logró conseguir un documento donde se demostrara que Klimt era el progenitor de Elisabeth, esto le permitió a Lederer estar a salvo hasta la fecha de su muerte.
Esto se hizo, ya que Klimt no era judío y mostrar filialidad con alguien así, le permitía estar más tranquila en medio de épocas turbulentas como las que protagonizaron los nazis.
El retrato no solo es una pieza que puede ser exaltada por su valor artístico, es en sí misma una pieza que guarda una historia que entrelaza al artista con la vida personal de la retratada.
