un mundo donde la inmediatez y la saturación digital amenazan con diluir el valor del arte, emerge una pregunta provocadora y simbólica: ¿Qué será de la pirámide? Esta interrogante, aparentemente sencilla, abre una profunda reflexión sobre el estado actual del arte, su jerarquía, y los nuevos modelos de difusión y aprendizaje que lo están transformando.

La pirámide, en el contexto de la historia del arte, representa tanto una estructura jerárquica —con los grandes maestros en la cúspide y los aprendices en la base— como un símbolo de eternidad, conocimiento y misterio. Pero en la era digital, esa estructura comienza a tambalearse, a reformularse. Ya no se trata de ascender por peldaños establecidos, sino de crear redes horizontales, colaborativas y descentralizadas.

Es aquí donde entra la propuesta de esta nueva comunidad artística: una App de artistas que no solo promueve el arte como expresión individual, sino como un fenómeno colectivo y educativo. En ella se busca elevar y llevar el arte a nuevas fronteras mediante la difusión, el análisis crítico y la formación continua. Es una respuesta clara a la necesidad de democratizar el acceso al conocimiento artístico y de romper con modelos excluyentes.