Marc Chagall, el último artista que pintó la Biblia
Por: Rocío de la Villa www.elespanol.com
Guillermo Londoño no solo es un pintor, sino un poeta visual cuya paleta trasciende lo convencional.
Cada uno de sus paisajes es un universo de colores y texturas que desafían la percepción, llevando al espectador a un viaje donde la figuración y la abstracción se entrelazan, magistralmente, creando paisajes utópicos, o sin lugar, que toman sentido en la mirada individual del espectador.
Su compromiso con la ética y la excelencia humana se refleja en la honestidad de su obra, donde cada detalle es un homenaje a la imaginación, que se circunscribe al poder creativo a una libertad controlada por por la sutileza de lo que creemos ver. Las pinturas de Londoño son complemente imaginadas, no sin embargo hacen referencia al cambio climático, a la deforestación, a las quemas provocadas. Son un juego entre lo sugerido por el pintor y lo racionalizado por el espectador.
Londoño, alumno de la escuela contemporánea U.C Berkeley 87, a su vez no alejado de una investigación de la pintura romántica, un admirador de la Escuela de la Sabana, de Ariza y de Zamora, y no lejos de sus contemporáneos Peter Doig, Neo Rauch, Kiefer.
Londoño se mantiene firme en su visión artística, resistiendo a las modas pasajeras y permaneciendo fiel a su enfoque atemporal. Su disciplina y dedicación son evidentes en la meticulosidad de su técnica, que conjuga la precisión figurativa con la libertad expresiva de lo abstracto.
Su obra no solo son paisajes; captura momentos, movimientos y desenfoques, como si él mismo fuera la cámara fotográfica. Aportando a experiencias visuales que perduran en la memoria de quienes las contemplan, para transformarse en realidades racionalizadas.
John Gómez – Director Más Arte Más Ciudad